"LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO ES LA VERDADERA LOCOMOTORA DEL PROGRESO"
JOSÉ PEDRO VARELA

miércoles, 25 de mayo de 2011

Un 26 de Mayo de 1816

FUNDACION DE LA BIBLIOTECA NACIONAL

SU HISTORIA

El 4 de agosto de 1815, el sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga envió una carta al Cabildo  proponiendo suplir con buenos libros la falta de maestros e instituciones. Se planteó así la necesidad de crear una biblioteca pública donde pudiesen concurrir todos aquellos interesados en acceder al SABER.

El propio Larrañaga se ofrecía para desempeñar la función de director, y solicitaba un edificio a propósito para instalarla.

José Gervasio Artigas, nuestro héroe, quien se hallaba en el Campamento de Purificación, cursó una nota fechada el 12 de agosto de 1815 al Cabildo. En la misiva daba el visto bueno para que se procediera a la creación de aquella primera Biblioteca Pública.

“...yo jamás dejaría de poner el sello de mi aprobación a cualquier obra que en su objetivo llevase esculpido el título de la pública felicidad. Conozco las ventajas de una biblioteca pública y espero que V.S. cooperará con el esfuerzo e influjo a perfeccionarla coadyuvando los heroicos esfuerzos de tan virtuosos ciudadano...”

El 28 de agosto del mismo año, Artigas le escribió a Larrañaga transmitiéndole su convencimiento sobre la utilidad de la iniciativa:

“...y su esperanza de que el Cabildo continuará con cuanto Ud. juzgue necesario para su mejor adorno y pronto arreglo.”

Un aporte interesante para dotar de libros a la nueva biblioteca, llegó a través del legado del presbítero José Manuel Pérez Castellano, ilustre ciudadano fallecido el 5 de setiembre de 1815, quien legó un importante acervo bibliográfico. A esta donación se sumaron los libros aportados por José Raimundo Guerra, los padres franciscanos y el donativo del propio Larrañaga quien ya poseía en aquella época una vasta colección.

La primera Biblioteca Pública fue inaugurada el 26 de mayo de 1816, y se instaló  en los altos del fuerte de Montevideo, actual Plaza Zabala. El sacerdote Larrañaga en su carácter de director, pronunció la “Oración Inaugural”, donde expresó:


“Una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los más sublimes ingenios del orbe literario o por mejor decir, el foco en que se reconcentran las luces más brillantes que se han esparcido por los sabios de todos los países y de todos los tiempos. Estas luces son las que el ilustrado y el Gobierno vienen a hacer comunes a sus conciudadanos.”

Artigas, sensible a la repercusión pública del hecho, dispuso que el 30 de mayo el santo y seña de su ejército en Purificación fuera:

“Sean los orientales tan ilustrados como valientes.”

                  1816                                


               2011 
        

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